martes, 10 de enero de 2012

PERSEO Y ANDRÓMEDA

PERSEO Y ANDRÓMEDA




Perseo era hijo de Zeus y e la pincesa giega Danae, regresaba a casa en la isla de Serifos procedente del dejano fin de la tierra. Su atrevida búsquedahabía resultado existosa, y dentro de un caso restante y bien sellado llevaba un regalo de boda sin par para su rey, Polidectes (la cabeza de la arpía Medusa).
Este espantoso monstruo, cuyo pelo está compuesto de una masa hirviiente de serpientes vivas, poseía ojos dotados del terrible poder de convertir en piedra a quien los mirara. Armando con su petrificante trofeo, Polidectes sería invemcible








Mientras que perseo volaba por el cielo de Etiopía, ataviado con las sandalias aladas que le había prestado el mensajero de los dioses, Hermes, miró abajo y vio una joven dama encadenada a un acantilado con vista al salvaje mar. Sin lugas a dudas, era de sangre real, con cabellos dorados i un vestido blanco, larbo y suelto, que las olas enfurecidas arañaban con dedos de espuma.


Desconociendo hasta que se mantuvo inmóvil directamente delante de la hermosa prisionera, Perseo vio que sus ojos, llenos de terror, miraban fijamente el mar. En ese momento, evidentemente, aparecía el monstruo.


La aparición de Perseo fue tan inesperada que, a pesar de su temerosa fascinación con el mar debajo , la dama amarrada se encontró mirando al apuesto príncipe suspendida en mitad del cielo ante ella. Así que le reveló los nefastos acontecimientos que le había llevado a tal sino.


Era la princesa Andrómeda, hija de Casiopea, la vanidosa, impetuosa esposa del rey de Etiopía, Cefeo. Poco antes en un acceso de orgullo, Casiopea había proclamado que era mucho más bonita que esas incomparablemente encantadoras ninfas de los mares conocidas como las Nereidas. Indignada por esta afrenta sin precedentes, el poderoso rey del mar, Poseidón, había provocado desde el abismo de los mares Centus, un monstruo dragón serpiente con la cola en forma de horca, y le había ordenado que hiciera estragos sobre el reino de Cefeo y desventurada Casiopea.




Esta arrasadora manifestación de retribución divina ya había devorado a innumerables personas y ganado y, de acuerdo con un oráculo consultado por los asustados monarcas, la matanza continuaría hasta que se destruyera todo su tierra, a menos que su hija Andrómeda fuera sacrificado por Cetus. Sólo de esta forma podría aliviarse la coólera de Poseidón.

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