domingo, 11 de diciembre de 2011

El ejército romano

Carácter del ejército romano 

El ejército romano empezó siendo una simple milicia de
campesinos que se reunían solamente cuando las circunstancias lo exigían. Los soldados eran
ciudadanos que aportaban su equipo y armamento y consideraban el servicio militar como uno de tantos deberes 

impuestos por la vida cívica.

Esta organización dio a Roma el imperio del mundo, pero una vez 
conseguido, se reveló incapaz de defenderlo y consolidarlo. A fines del siglo 

II a. de J. C. empezó la evolución del ejército romano. Su gran reformador 
fue Mario; los soldados se reclutaron entre los más pobres de la población, 
con un largo tiempo de servicio, y gradualmente fueron convirtiéndose en 
mercenarios, sin otro oficio que el de las armas. César encontró al ejército 
en plena transición. No tenía todavía el carácter que le dio Augusto y acentu-
aron sus sucesores, pero era ya una organización permanente formada por 
profesionales. Los lazos de fidelidad religiosa e interés práctico que unían 
los soldados al general tenían ya aquel matiz personalísimo que había 
de convertir a las legiones en el más poderoso instrumento político.


Organización 

- La infantería es la fuerza principal del ejército romano, y la unidad táctica de
infantería, la legión (legio). Ésta debe su nombre a la "reunión" de las tribus que formaban la
antigua milicia ciudadana. Deriva directamente de la falange dórica, introducida en el Lacio a través de las 

ciudades de la Magna Grecia. 



-La falange era una formación compacta de infantería pesada, cuya misión principal era el choque; la maniobra
 era más bien encomendada a la caballería, colocada generalmente en las alas. Los romanos, débiles en caballería,
 modificaron la falange haciéndola más manejable y maniobrera. A este efecto la subdividieron en unidades 
capaces de moverse con cierta independencia, cohortes, manípulos y centurias. 


-La centuria era la unidad inferior y constaba normalmente de cien hombres; dos centurias formaban un manípulo,
 tres manípulos una cohorte y diez cohortes una legión. Asi, una legión constaba de 60 centurias y su contingente 
teórico era de 6.000 hombres. Sin embargo, raras veces contaban las legiones con su efectivo completo. Su 
contingente normal era de 4.500 a 5.000 hombres, lo que nos da de 70 a 80 hombres por centuria.


Armamento 

El armamento defensivo del legionario romano era parecido al del hoplita griego: casco, coraza, probablemente 
grebas y un escudo pesado de más de un metro de alto. Las armas ofensivas consistían en una jabalina (pilum,)
 y una espada corta (gladius) de origen ibérico. El pilum era una lanza de madera con punta de hierro que se 
lanzaba a distancia para desorganizar las filas enemigas antes de entablar el cuerpo a cuerpo; una vez 
establecido el contacto, se empleaba la espada, ancha y puntiaguda, que se manejaba de un modo parecido 
a la moderna bayoneta.




Mandos

 La disciplina se mantenía gracias a una sabia jerarquía de mandos. Los oficiales
inferiores eran los centuriones o comandantes de las centurias; todos ellos habían empezado
sirviendo en las filas y debían el grado a su valor y virtudes militares. Los centuriones de la primera cohorte 

eran más importantes que los otros y recibían el nombre de primorum ordinum centuriones o primi ordines; 
el jefe de la primera centuria, llamado primipilus,. tenía acceso a los consejos de guerra junto con los oficiales 
superiores. Eran éstos los tribunos militares (tribuni militum}, y los legados (legati); los primeros eran seis por 
legión, cuyo mando desempeñaban por turno. En tiempo de César los tribunos cedieron el paso a los legados, 
especie de lugarteniente del general en jefe, que podían ejercer funciones independientes y mandar ejércitos 
enteros o parte de ellos. Todos estos oficiales pertenecían a las clases superiores de Roma, nobleza senatorial 
y caballeros, y venían a formar como el estado mayor del general.


Tropas especiales

Adjuntos al estado mayor estaban también los praefecti fabrum o jefes de ingenieros; 
para los trabajos de fortificación e ingeniería, no se disponía de cuerpos especiales; 
cuando el caso lo requería se separaban de las filas a los soldados más capacitados 
para ello (fabri). Las tropas legionarias constituían la infantería pesada; la caballería 
y la infantería ligera estaban encuadradas en unidades independientes de las legiones, 
designadas como tropas auxiliares (auxilia); las componían soldados no ciudadanos, 
provinciales y extranjeros. Los auxiliares de infantería consistían sobre todo en 
honderos y arqueros; la caballería, cuyas formaciones se llamaban alae o cohortes 
alariae, por desempeñar generalmente misiones de flanqueo, estaba mandada por los 
praefecti equitum, que muchas veces eran los mismos jefes o notables de las tribus a 
que pertenecían los jinetes.





Formación en batalla

En la batalla, la formación táctica más usual en tiempo de César era la acies triplex, en tres líneas, cada una de 
un cierto número de cohortes, por ejemplo, cuatro en la primera y tres en las sucesivas, dispuestas al tresbolillo:
este dispositivo permitía dejar intervalos entre las cohortes por los que podían filtrarse, durante el combate, las 
reservas y refuerzos. Normalmente, cada cohorte presentaba los manípulos adosados en línea, mientras las 
centurias de cada manípulo se disponían en profundidad.














EL CAMPAMENTO ROMANO

Para ponerse a resguardo de posibles sorpresas, el 
ejército romano se hacía fuerte todas las noches en un 
campamento fortificado (castra). Durante la marcha, el general enviaba por delante un 
destacamento encargado de elegir un emplazamiento adecuado, fácil de defender y, a ser posible, con
 posibilidad de abastecerse en agua, leña y forraje. Una vez elegido el sitio, lo acotaban según una disposición 
tradicional (castra metari); un cuadrilátero rodeado de un foso y una estacada. Llegadas las legiones, 
se emprendía inmediatamente el atrincheramiento. Una trinchera excavada (fossa) solía tener cuatro metros 
de anchura por tres de profundidad. Con la tierra excavada se levantaba un terraplén o muro (agger), coronado 
por una estacada (vallum).

Las dimensiones del campamento dependían, naturalmente, del número de legiones que en
él debieran alojarse, pero su plano siempre era el mismo. En el centro de cada lado del cuadrilátero se abría una 

puerta. La puerta dirigida hacia el enemigo era la porta praetoria, a la que correspondía, al lado opuesto, la 
porta decumana. A ambos lados se abrían la porta principalis dextra y la porta principalis sinistra. El interior 
estaba dividido según una cudrícula de calles (viae) que discurrían entre las tiendas (tentoria). Las dos 
principales, que se cortaban en ángulo recto en el centro del campamento, eran la uia principalis,, que iba de 
una puerta lateral a la otra, y la uia praetoria, que desembocaba en la puerta del mismo nombre.
En la intersección de ambas calles principales se abría el forum, o explanada para las
asambleas, con el praetorium, pabellón del general, y el quaestorium, alojamiento del cuestor y de los servicios 

administrativos y de intendencia. Alrededor del praetorium. se alineaban las tiendas del estado mayor y de las 
tropas elegidas. Entre el uallum. y las tiendas se dejaba un espacio (intervallum) para facilitar las entradas y 
salidas.

Cuando una tropa debía permanecer alojada durante mucho tiempo en un determinado lugar,
se construía un campamento permanente (castra statiua). Si era para pasar el invierno, recibía el
nombre de hiberna. En la época imperial muchos campamentos permanentes se convirtieron en
núcleos de población urbana que desempeñaron un gran papel en la romanización de las provincias.


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